Rosquillas de anís

 

INGREDIENTES:

  • Huevos.

  • Anís.

  • Azúcar.

  • Huevos (mínimo dos).

  • Aceite de Oliva.

  • Aceite de Girasol.

  • Zumo de naranja.

  • Levadura Royal.

  • Harina.

PREPARACIÓN:

Se baten los huevos en un vaso y (ojo, que esto es importante) se comprueba hasta qué nivel se ha llenado antes de echar el contenido en un recipiente amplio (una cacerola, por ejemplo). Se llena el vaso de zumo de naranja hasta el mismo nivel que alcanzaron los huevos y se echa también en el recipiente. A continuación se va añadiendo otro nivel de aceite de oliva, otro de anís y otro de azúcar, terminando con una papeleta de levadura Royal.

Todos estos ingredientes deben batirse muy bien, y al mismo tiempo se va añadiendo  harina, poco a poco, hasta que la mezcla quede compacta (pero no muy dura). Luego se amasa con un rodillo o incluso con las manos, empleando los puños (las cocineras rebollosanas lo hacen de este modo, pues dicen que es la mejor manera de que la masa quede bien trabajada).

Una vez hayamos terminado con la masa hay que dejarla reposar cubierta con un paño durante aproximadamente dos horas.

Transcurrido este tiempo la masa habrá quedado lista para hacer las rosquillas. ¿Que cómo se hacen? Muy sencillo: se hace una bola de masa con las manos, se aplasta sobre la mesa y se le quita el centro. Así una tras otra hasta terminar con la masa.

En una sartén se calienta una cantidad generosa de aceite de girasol. Cuando esté bien caliente se van echando las rosquillas en grupos de cinco o seis (no muchas a la vez para que no se enfríe el aceite), dándoles la vuelta cuando estén bien doradas. Para darles la vuelta se aconseja usar una cuchara de madera (hay quien lo hace con un palito), volteándolas con decisión para que no se estropee la forma circular de cada rosquilla.

Al sacarlas de la sartén se les escurre un poco el aceite y se las espolvorea con azúcar, dejándose reposar un par de horas antes de servirlas. No importa si sobran: cubriendo el plato con un paño pueden aguantar varios días sin ponerse duras.

¡Ánimo y a la cocina!