Los días grandes de Rebollosa de Pedro
Tradicionalmente las fiestas de Rebollosa de Pedro tenían lugar en el mes de junio, en torno a la festividad del Corpus, pero en los años setenta, con la marcha paulatina de la mayor parte de los familias que habitaban el pueblo, se decidió trasladarlas al primer fin de semana de agosto para que coincidieran con las vacaciones de los que vivían fuera. El cambio no fue en vano: fieles a la cita, cada año acuden desde sus lugares de residencia docenas de rebollosanos con sus familias, dispuestos a participar en los señalados festejos. Ni que decir tiene que esos son los dos días en los que Rebollosa alcanza su máximo anual de habitantes por metro cuadrado. El sábado por la mañana todo el mundo acude a la misa en honor de su santa patrona, la Virgen de las Angustias. Nada más acabar la ceremonia se lleva a cabo la procesión. Los rebollosanos sacan a la calle la imagen de la patrona y la llevan a hombros por todo el pueblo, acompañados por el sacerdote que ha oficiado la misa entonando cánticos religiosos.
El cortejo lo encabeza el portador del pendón, puesto en el que
se van turnando varios paisanos a lo largo del recorrido (y es que aunque
el pueblo es pequeño el mástil del pendón es muy largo
y pesa lo suyo), al que siguen otros paisanos portando un gran crucifijo
de madera y una cruz de guía, rodeados por la práctica totalidad
de los habitantes del pueblo. El trayecto es corto pero sin duda emotivo.
Finalizada la procesión tiene lugar la subasta. En el curso de este curioso acto el subastero (desde hace ya bastantes años este papel recae de forma indiscutible sobre los hombros de Justiniano Vicente, "Justi") va recitando los honores (sujetar uno de los cuatro bandos o puestos en torno a la imagen de la Virgen, privilegio por el que a menudo pujan personas que han hecho una promesa) o los bienes (normalmente comestibles o bebida) donados por los feligreses para la subasta, y dirige la puja por cada uno de ellos. Tras adjudicar cada cosa al mayor postor pide para él o para ella la bendición de la Virgen y pasa al siguiente ítem.
Aunque no es lo mismo si no se escucha en la voz de Justi, merece la pena transcribir aquí lo que puede ser una puja típica: "Quien da seis euros por las rosquillas" comienza mostrando en sus manos el bien subastado. "Seis euros, quién da ocho..." Las manos se van alzando para aceptar el nuevo precio, de vez en cuando se oye una voz ofertando una cantidad superior. "Ocho euros, quién da diez... Quince... ¿Alguien da más de quince euros por las rosquillas?" Llega un momento en el que ya no se levantan más manos. Todo el mundo parece dar por bueno el resultado de la puja, incluido el propio Justi. "Quince a la una, quince a las dos y quince a las tres. Que la Santísima Virgen lo ampare con su Divina Gracia, y las rosquillas..." - dice volviéndose hacia la persona que actúa como secretario o secretaria apuntando quién se lleva cada cosa y a qué precio - "para Fulanito."
El proceso
continúa hasta que ya no queda nada más por subastar. La
imagen de la Virgen se devuelve al interior de la iglesia mientras aquellos
que han adquirido alguna cosa u obtenido alguno de los bandos se acerca
a abonar la cantidad comprometida en la puja. El dinero recaudado se empleará
posteriormente en el mantenimiento de la iglesia, siempre necesitada de
algún cuidado.
En este día es tradición casi obligada el comer cordero asado. Algunos los asan en casa, otros los llevan a Montejo de Tiermes para que se lo preparen, el caso es que rara es la mesa en la que no se degustan generosas raciones de este plato. Es seguro que nadie se queda con hambre, mas aún suele sobrar lo suficiente como para volver a repetir al día siguiente. En esta tarde del sábado tienen lugar diversas actividades, desde torneos de guiñote (un juego de cartas similar al tute) a carreras de sacos, competiciones de bolos o juegos de taba, sin olvidar por supuesto el campeonato de fútbol. A este último acuden los equipos de los pueblos cercanos, siendo los de Pedro los eternos rivales. Los encuentros se juegan en la pradera que hay delante de El Calvario y son presenciados por la mayor parte de los asistentes a las fiestas, quienes por un día no son ni del Madrid ni del Barça ni de ningún otro equipo de Primera: todos se convierten en hinchas fervientes del "Rebollosa". El sábado se disputan los encuentros clasificatorios, quedando la final para la tarde del domingo. Al llegar la noche se organiza una verbena frente al edificio del Ayuntamiento, engalanado para la ocasión con bombillas y banderines. Allí se bebe (nunca falta el barreño de sangría), se come (de todo un poco) y se baila (concurso incluido) hasta que el cuerpo aguanta. Está constatado que el de algunos aguanta hasta muy tarde.
El domingo amanece con la chocolatada. Bien en mitad de la plaza o bien junto al Ayuntamiento se pone un gran caldero al fuego y se prepara chocolate para todo el mundo (menos para los más trasnochadores, que alguno hay que lo del chocolate lo sabe porque se lo han contado, no porque se haya levantado ningún año a tiempo de tomarlo). El espeso manjar se toma acompañado por bizcochos, rosquillas, torta y otros dulces, en ocasiones donados por aquellos que los adquirieron en la subasta del día anterior. Más tarde, llegado ya el mediodía, tiene lugar una segunda misa. A la salida se lleva a cabo una nueva procesión y, cómo no, también hay subasta. Por la tarde se celebra la final del campeonato de fútbol y se entregan los trofeos correspondientes a cada una de las competiciones. Con eso y con un suspiro se dan por concluidas las fiestas...
...¡pero sólo hasta el año siguiente! |
Si tienes cualquier comentario sobre esta sección échalo al buzón. |