La campana que se cayó
 


Campanario de la iglesia de Rebollosa

Jueves 21 de junio de 1963, festividad del Corpus. Acabada la misa el pueblo de Rebollosa sacaba a su patrona en procesión, como hacían cada año por esas fechas. Las campanas de la iglesia repicaban sin cesar, animadas por varios de los mozos del pueblo que tiraban de las sogas con gran entusiasmo, empeñados en conseguir que dieran la vuelta en torno a su eje. Sabían que si tiraban con la fuerza suficiente podrían conseguirlo, no era la primera vez que lo intentaban, pero ésta iba a ser diferente...

Justo cuando la procesión pasaba junto a la torre de la iglesia, una de las campanas se soltó y se desplomó sobre el cortejo. Los que la vieron caer quedaron espantados, dando por cierto que alguno de sus vecinos iba a perder la vida. El golpe fue tremendo, casi tanto como el silencio que le siguió durante unos instantes, muy breves, mientras los participantes en la procesión se miraban los unos a los otros y todos a la campana estrellada contra el suelo.

Nadie, no le había dado a nadie. Parecía imposible y sin embargo era cierto: ni una sola persona había sufrido ni aunque sólo fuera un rasguño. Mientras los de delante, que ni siquiera se habían dado cuenta de lo sucedido, continuaban con la procesión camino de las puertas de la iglesia, cruzándose sorprendidos con los mozos que salían por ella, en torno a la campana comenzaban a escucharse los gritos de "¡Milagro, milagro!" Y es que para muchos no había otra explicación posible: La Virgen de las Angustias había intervenido en socorro de los rebollosanos y había evitado la tragedia.

Milagro o no, lo cierto es que la campana volvió a su sitio y el suceso pasó a formar parte del anecdotario del pueblo. Eso sí, cada año, cuando algunos de los más jóvenes, hijos o nietos de los rebollosanos de entonces, hacen repicar la campana el día de las fiestas, siempre hay alguien que, aprensivo, murmura: "a ver si la van a tirar como la vez aquella..."